martes, 10 de marzo de 2015

EL OLVIDO ES UNA FANTASÍA

Hoy recordé aquellas noches en las que hacía rondines alrededor de cierta oficina al norte de la ciudad escuchando música depresiva, mientras lloraba y llovía.
Sí, llovía y mi vida parecía un drama independiente de bajo presupuesto. Mi problema más grande era que había un wey que se comunicaba conmigo de manera intermitente.
Y después de tanto putazo, crecí.
Iba a decir que maduré pero creo que "madurar" es una palabra muy fuerte.
Lo que sí, es que ya no rondo por las oficinas de nadie, ni averiguo obsesivamente lo que hace, ni llamo para ser humillada y terminar llorando una vez más.

Ah, qué recuerdos.
Qué bueno que ya es solo eso. Un recuerdo.

viernes, 6 de febrero de 2015

ADIÓS

Nunca estuve en una situación similar, pero pensé que quizá debía tomarme el tiempo para agradecerte.
Tuvimos una relación maravillosa, con más momentos buenos que malos, con pocas discusiones y con buenas expectativas en general. Sin embargo, un buen día, decidiste que no eras lo suficientemente bueno para mí, que eras demasiado mayor y que no te veías en un futuro acompañado por alguien como yo. Aún así, dijiste que necesitabas de mí, que no querías quedarte solo ni hacerme sufrir más. Lo describiste como un acto egoísta de tu parte. A mí, en ese momento, no me lo pareció. Me parecía más un acto de amor que de cualquier otra cosa.
Al cabo de un tiempo, decidiste retomar nuestra relación. Yo salté de alegría y felicidad, no podía contenerme, por fin podríamos realizar esa vida que tanto queríamos. Finalmente, estaríamos juntos y nada nos podría separar. El cuento de hadas terminó dos meses después cuando dijiste que no podías seguirme prometiendo cosas que no sabías si ibas a poder cumplir. Y luego desapareciste. Y yo lloré al primer día, y al segundo, y a la semana. Momentos de incertidumbre, de sentir el corazón y el alma desbordándose y sin saber qué hacer. Añorando verte, tocarte, besarte y estar contigo una vez más. Tan solo una vez más... Hasta que volviste, y comencé a conformarme con lo que me dabas. Una hora al día, a veces, quizá a la semana. "Estoy muy cansado", "yo no podría casarme", "no es momento para tener una relación". Cuando menos yo, sentía la tranquilidad de que si no era yo, no era nadie. Y me hacía feliz tan siquiera que me enviaras un mensaje o decidieras llamarme. Te amaba de la manera más pura y más genuina que se podía. Estuviste para mí cuando nadie más lo estuvo, me tomaste de la mano y me enseñaste a ser fuerte, a madurar, a crecer. Me exigiste y no permitiste que tirara la toalla. Te amaba, te amaba tanto, con cada fibra de mi ser. Y ese amor dolía y me perforaba el alma. Ese amor me hacía quedarme en casa, encerrada, esperando el día en el que por fin decidieras volver, el día en que me dijeras "Lo siento mucho. Me equivoqué, eres el amor de mi vida, casémonos y tengamos una familia. Seamos felices juntos". Y así pasó un año. Hablábamos, a veces más, a veces menos. Estábamos ahí, ni yendo, ni viniendo. Simplemente permaneciendo.
Hasta que un buen día, comprendí que no podía seguir deteniendo mi vida en ese punto, que debía moverme y fluir con el universo. Y llegó alguien más. Alguien que se encontró con un corazón pertrechado, cansado de latir, completamente roto. Alguien que se encontró con un alma agujereada y pedazos de vida regados por todas partes. En ese momento, tú seguías en el mismo lugar de siempre, haciendo lo mismo de siempre. Y yo vi una oportunidad y la tomé. Y dejé que me parcharan el corazón, con un curita por aquí y otro por allá, que le ajustaran algunas cosillas y regresara a latir normalmente. Dejé que me llenaran el alma, poco a poco, con amor. Y cuando por fin comencé a sentir mi cuerpo regresar a ser yo misma, regresaste.
Y lo dijiste.
Dijiste que lo sentías, que estabas arrepentido.
Pero ya era demasiado tarde.
Y aún cuando en el pasado dije que sería capaz de hacer cualquier cosa por ti, hoy, retiro lo dicho.
Porque lo que tuvimos, no merece ser prostituido de esa manera.
Porque hoy me encuentro pasando la página, y si no soy la misma de antes, nosotros tampoco lo somos.
Te agradezco porque me enseñaste a volar y cómo levantarme.
Te agradezco porque contigo aprendí a ser una mejor persona y a no sentirme menos.
Te agradezco porque me amaste como pudiste y de la mejor manera.
Te agradezco porque gracias a ti, hoy, me conozco mejor.
Gracias por todo y buena suerte.
Lo nuestro terminó.... y no podía ser de otra manera.

lunes, 2 de febrero de 2015

NO ESTOY LISTA

No hay peor sentimiento en el mundo que ese.
"No estoy lista", fue lo primero que dije al entrar a la secundaria, a la preparatoria y a la universidad.
Al enamorarme por primera vez, al graduarme, al dar mi primer beso, antes, durante y después de mi primera vez, al terminar una relación por primera vez, al decidir separarme de mi familia, al destruirme y reconstruirme una y otra vez.
Al cambiar de trabajo.
Y a pesar de no estar lista, esta es una constante en mi vida, si no estoy cambiando y evolucionando una y otra vez, me aburro.
Me gusta empujarme y crearme nuevos retos. A pesar de no estar lista.
¿Lista para qué?
A veces, como esta noche, pienso que para la vida.